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Hablando de librerías. Oliva Libros
Estas entrevistas a libreras y libreros locales fueron realizadas por Felipe Hourcade y Thiago Susan —salvo las pocas excepciones indicadas— entre febrero de 2022 y marzo de 2023. La serie, pensada como complemento del libro Sellos de librerías de Rosario, tuvo en cuenta cubrir distintos tipos de librerías: de nuevos, de usados, de saldos y virtuales. Tanto el libro como las entrevistas le permitirán al lector armar un mapa imaginario donde se conectan, como si fueran estaciones de una red, las librerías actuales e históricas de Rosario.
Oliva Libros, Entre Ríos 579
Natalio Langone
—¿Cuándo y cómo nace Oliva Libros?
—En el año 2007. Yo venía de trabajar desde 2001 en una librería de Buenos Aires. Hice un recorrido por librerías de allá y después me vine para Rosario. Ya tenía el proyecto de la librería, pero me llevó algunos años organizarlo. La idea era abrir algo diferente acá en Rosario. En ese momento no había tanta variedad. En el 2007 comenzamos a prepararla y la inauguramos en abril del 2008. Arrancamos en un local en Entre Ríos 548, enfrente a donde estamos ahora.
—Entonces ya tenías el oficio de librero antes de abrir Oliva…
—Sí, desde los veinte años trabajo de librero; tengo cuarenta y uno ahora. En Buenos Aires trabajaba en la librería Clásica y Moderna. Cuando me vine a Rosario trabajé unos años en Homo Sapiens.
—¿Cómo fue la elección del nombre?
—Es un homenaje a Aldo Oliva.
—¿El local anterior era donde está el vivero?
—Al lado de donde está el vivero. Ahora hay una cochera, está cerrado. Ya no están más los locales, los vallaron. Eran locales chiquitos. Cuando empecé con el proyecto tenía poco dinero, una parte fue para los muebles y la otra para los libros. No recuerdo la cantidad de ejemplares que tenía, pero eran muy pocos, poníamos los libros de tapa para llenar los estantes.
—Y este local, ¿antes era más chico?
—Hasta el año 2019 era más chico, la mitad. Antes de que yo alquile era un solo local, después los dueños lo separaron e hicieron dos. Yo alquilé uno y, al tiempo, cuando el otro se desocupó, también lo alquilé, entonces abrimos la pared y unimos los dos locales. El lugar como se ve ahora, grande, tiene dos años. Alquilé en enero de 2020, arrancamos con la pandemia. Pero lo pudimos llevar adelante.
—¿Suelen hacer eventos presenciales en la librería?
—Sí, presentaciones de libros y charlas. Todavía no hicimos eventos musicales, pero lo tenemos pensado.
—Cuando comenzaron con la librería, ¿cómo se abastecían?, ¿compraron siempre nuevos o también trabajaron con usados?
—Oliva siempre fue librería de nuevos. Yo venía con una idea de librería y sabía dónde comprar el material, a qué editoriales ir y qué depósitos recorrer. En esa época era muy diferente. En estos últimos años la mayoría de las editoriales tercerizó sus depósitos. En 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012, viajaba a Buenos Aires cada dos meses y podía entrar a los depósitos de las editoriales para elegir material; me encontraba con cosas que no se ven en un listado de Excel, como es ahora.
—Había más rarezas…
—Ahora también las hay, pero tenés que estar más atento. Antes, por ahí ibas a un depósito y las veías. Eso cambió bastante. Y, bueno, también tenía contactos que había hecho en Buenos Aires, en mi paso por Clásica y Moderna y por Homo Sapiens, así que encaré a las editoriales, abrí cuentas, compré material, fui arrancando.
—¿Piensan a Oliva como una librería enfocada a cierto público?
—Sí, seguramente. Igual, Oliva ya tiene casi quince años. Cuando empecé no había tantas librerías. Desde entonces fueron apareciendo muchas nuevas: Arde, Paradoxa, Mal de Archivo. Son librerías surgidas por 2015, más o menos. Cuando yo abrí en 2008, hablando de librerías por fuera de Homo Sapiens, Cúspide y El Ateneo, estaba solo El Juguete Rabioso. La diferencia se marca en el material, en la atención al público. En mi caso tengo clientes que están desde que arranqué, desde el principio.
—¿Se pensó el hecho de la ubicación en relación a la Facultad de Humanidades y Artes?
—Sí, eso fue estratégico. Incluso, como en esa época las redes sociales no estaban tan explotadas como ahora, para publicitar la librería me iba a volantear a la Facultad o pegaba afiches en las paredes. Marzo de 2022.
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