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Hablando de librerías. Mal de Archivo

Esta entrevista realizada por Mariana Manoni, Oscar Taborda y Juan Alonso en marzo de 2023 pertenece a la serie pensada como complemento del libro Sellos de librerías de Rosario. Se tuvo en cuenta cubrir distintos tipos de librerías: de nuevos, de usados, de saldos y virtuales. Tanto el libro como las entrevistas le permitirán al lector armar un mapa imaginario donde se conectan, como si fueran estaciones de una red, las librerías actuales e históricas de Rosario.  

Mal de Archivo, Urquiza 1613
Manuel Schillagi

—¿Cuándo abre la librería?
—La librería arrancó en 2013, en calle Moreno. Ahora estamos cumpliendo diez años. Yo vengo del mundo de los libros desde siempre, terminé la secundaria, y empecé a trabajar en librerías. Al principio la cafetería también era nuestra y la idea era tener no solo libros nuevos, sino también usados, discos de vinilo y un espacio de arte.

— ¿Y empezaste solo o con socios?
—En realidad, arranqué con Caro, mi pareja, y con mi hermano y su pareja, que eran los que llevaban la parte del café. Después ellos se abrieron y ahí entró Oscar Favre con Post Café.

—En calle Moreno funcionaba un espacio para coworking.
—Sí, Gran reactor, un proyecto de amigos también. Y el espacio de arte junto a Noelle Lieber . Hicimos muchas presentaciones y muestras de artistas de todos lados. En este nuevo local estamos retomando modestamente las muestras.

—¿Traen siempre libros de editoriales independientes?
—Sí, eso es importante. No trabajamos con los grandes grupos editoriales, porque ya tienen visibilidad y ocupan el mercado en la mayoría de las librerías o  incluso tienen sus librerías propias. Entonces preferimos darle más visibilidad a editoriales pequeñas. Si me piden por encargo algún libro de una editorial grande, lo traigo, pero por lo general tratamos de mantener esta política. Digo que es una elección más que nada política, porque en lo comercial no sé si es muy favorable (risas).

—¿Y cómo es el abastecimiento? Hay usados, ¿ya tenían en el local anterior?
—En realidad, yo vengo del libro antiguo y usado, de primeras ediciones, de libros firmados.

—¿Dónde trabajabas?
—En El pez volador. A mí lo que me apasiona es la librería de usados, por eso siempre mantuve una pata en el rubro. Los libros usados se compran a particulares. A veces pongo avisos, o hay gente que, como tengo cartel ahí afuera, se acerca o voy a domicilio. Lo mismo con los discos de vinilo. Los libros nuevos tienen proveedores, ahora habrá, diez, quince y cada uno tiene diez, quince, editoriales.

—¿Tienen viajantes los proveedores?
—Quedan pocos, algunos, pero se fue dejando de usar. Principalmente por el gasto, porque en realidad está buenísimo el viajante que viene y te comenta cada una de las novedades. En cambio ahora te mandan gacetillas de prensa, pero a veces estás con veinte mil cosas y no podés prestarle mucha atención. Al viajante sí, te sentás con él, te dice de qué va el libro, es mucho más fácil prestarle atención. Está bueno.

—Se acortan esos espacios donde hay un tiempo dedicado a saber de cada libro.
—Sí, exactamente. Hay un distribuidor nuevo: Big Sur Libros, ellos están volviendo a esa modalidad de enviar viajantes para poder restablecer una relación un poco más personal entre distribuidora y librero.

—¿Se acerca mucha gente a ofrecerte nuevas publicaciones, ves que esa modalidad creció en el último tiempo?
—Sí, la edición artesanal creció un poco. El trabajo de Eric Schierloh, de la editorial Barba de Abejas difundió mucho ese tipo de prácticas, y a partir de él se ramificaron muchos proyectos. Pero no dejan de ser proyectos discontinuos, son pocos los que se sostienen en el tiempo, porque son proyectos donde la tenés que remar mucho. A mí me encanta toda esa parte de la autoedición. Me olvidé mencionarte el tema de los talleres que damos acá. Yo no llevo la agenda. Pero las chicas a cargo siempre son muy selectas, eligen siempre cosas que están buenas.

—¿Quiénes son las chicas? Así queda registrado el equipo.
—Carolina Elorza, que es mi pareja, trabaja desde que empezó el proyecto, ella coordina toda la parte de talleres con María Belén Campero, y se encarga de la administración. Cuando empezamos yo era el librero y entonces casi todo pasaba por mí, en un momento decidí que no quería eso, estaba cansado, quería hacer otras cosas y nunca tenía tiempo, entonces en un momento dije “no, vamos a abrir un poco la cancha”. Y ahí entraron Sole Gorostiaga que trabaja acá en la librería como librera, está aprendiendo, no es librera de oficio. Y ahora hace poco se incorporaron Gilda Vignolo, una amiga que está viniendo un par de días, y Pau Turina, que hace toda la parte de redes y también algunos talleres. Y la verdad que todas estas incorporaciones vinieron muy pero muy bien; me costó tomar la decisión, pero ahora veo que valió la pena, porque revitalizó mucho el lugar.

—¿Y con la mudanza, se nota que están más en el centro?
—Más o menos, allá la zona tenía también su movimiento.

—¿Cuántos años estuvo Mal de archivo en calle Moreno?
—Casi ocho años. Y dos y medio acá. Siete y medio y dos y medio.

—¿Por qué dejaron el otro local?
—Por la pandemia, por una cuestión económica. El dueño fue muy inflexible con la cuestión del costo en época de pandemia y nosotros no pudimos sostener el alquiler. Entonces decidimos mudarnos y ahí aparece un dato curioso que es muy lindo: nosotros, Oscar y yo, y muchos otros, teníamos acá arriba (del local de calle Urquiza)  nuestro primer centro cultural: Planeta X. Nuestra primera casa, en el año 2000, funcionó acá arriba; donde ahora vive Jack, que es el dueño de todo esto e iba al “poli”, igual que nosotros. Esto, la planta baja, era un depósito, estaba hecho pelota y lo recuperamos. Entonces para nosotros es también un poco como estar en nuestra casa. Acá estuvimos mucho, fue nuestro primer lugar, tenemos un vínculo afectivo muy grande. Estamos re cómodos y, aparte, el dueño es un amigo.

—¿Tienen también emprendimientos editoriales?
—¡Es verdad, me faltó contarte eso! La parte editorial la están llevando adelante María Belén Campero, Gilda Vignolo y Carolina Elorza. El primer libro es un libro infantil-juvenil de Belén y Caro: ¿Cómo sé que soy un gato? Es un cuento, pero también tiene reflexiones y preguntas filosóficas; Belén es filósofa. Y después está el que sacamos este año: Mapeo de lectura, que es, justamente, una invitación a la lectura, la escritura, y una propuesta de cruce literario también. Las autoras son Belén y Pau Turina. Salió hará tres o cuatro meses y ya se está por agotar la primera edición, así que viene muy bien. Marzo de 2023.

  
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