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Músicas. Ani Bookx

A músicas y músicos del sello de la editorial le estamos pidiendo que confeccionen listas razonadas de sus discos preferidos. Ani Bookx nos envía la suya.

Por Ani Bookx 10 discos 10, de entre el cosmos musical de nuestra vasta cultura, de entre el gran espectro al que tenemos acceso, de entre el particular recorte que llega a nuestras manos, de entre lo que nos conmueve, de entre lo que recordamos, guardamos y categorizamos en nuestras discotecas, de entre lo que amo... ya lo dijo el Apache Tévez un día, es “veri difficult”. Para no perderme entre todos esos entres, vamos a mente alzada con algunos de los discos que escuché más de… bueno, muchas veces. Herbie Hancock, Head Hunters (1973): Un gran flash del primer Herbie sintético, mil texturas de audio, múltiples riffs rítmicos y una profundidad psicodélica inigualable. Híperfan de este disco, pude adquirirlo en vinilo y descubrí en sus créditos que el batero Bill Summers —uno de mis preferidos— declara haber tocado “a beer bottle” (una botella de cerveza). Pum, flechazo al corazón. En honor a él, a Herbie y a todos sus Head Hunters, en Psicoguiso (disco de Alto Guiso editado por la EMR) grabé y declaré en los créditos una lata de birra. Recomiendo un vivo del 74 que se encuentra en youtube con una dosis extra de flash e impro. Chet Baker, Chet Baker Plays (2003 ): Un encantador de melodías a cargo de su trompeta jugando un jazz a quinteto, con el que serpentean en ritmo y armonía. Varios climas, pero todos con suavidad. Mencionamos esta compilación que me llegó en CD y me hizo descubrirlo, pero no dejen de sorprenderse con su voz en Chet Baker Sings (1954). Yo estuve años sin saberlo y se me fueron los ojitos para atrás la primera vez que oí su voz. La dosis acústica de esta lista. Jimi Hendrix, First Rays Of The New Rising Sun (1997): De Jimi elegiría todos sus discos, como buen visionario y experimentador de la música merece, pero de momento cito este compilado con grabaciones que iban a formar parte de su cuarto álbum y que tiene temones del tipo “Izabella” y “Freedom”. Rock que excede un género musical, gran inspiración de les guitarristas con les que más disfruté tocar. Amo. Ideal para navegar un poco de psicodelia un poco más distorsionada y gritar coros liberadores alguna tarde en pantuflas o, cuando recuperemos la calle, “pelotear con las gambas al sol escuchando Hendrix” como narra Paola Santi Kremer en “Uma Pérola en el Centro de mis Piernas”. También mando un chivo por acá, y siempre flashiando en bateros, Buddy Miles, baterista de la Band of Gypsies tiene un alto discazo que se llama Them Changes (1970). Björk, Debut (1993): Como con Jimi, cito uno de sus discos a modo de excusa para babear con toda la carrera musical de esta artista que es fuente de inspiración para todes quienes queremos flashiar seriamente. De una voz única y distinguible al extremo, esta pequeña gran islandesa ha aportado grandes obras a ese vasto mundo cultural que citaba al principio. Debut tiene su versión más hitera, si se quiere, pero a lo largo de su recorrido ha logrado plasmar, más que hits, mundos sensoriales complejos y simples a la vez. Estamos hablando de construir instrumentos musicales ad hoc para sus discos... Uno de los últimos, Biophilia (2011), recrea la geometría de los cristales en una especie de máquina musical increíble; hay un documental con el director del Museo de Ciencias Naturales de Londres muy recomendable. Lo último que me regaló Björk es conocer, a través de una colaboración, a Arca, une artiste no binario que si de futuro hablamos, bueno, lo tiene entero. El dato de color: Björk coprodujo y compuso para Bedtime Stories (1994) de Madonna, uno de mis prefes y que también chiveo acá, con grandes bajos y voces de  Meshell Ndegeocello. Depeche Mode, Violator (1990): Podríamos charlar de su exquisita composición e interpretación, del vozarrón de Dave Gahan susurrando en tu discman, los clímax electros, pero este gran álbum está acá porque me llevó de la mano al mundo del synth pop, justo con la movida que recorría con Planeta X en las calles de Rosario. Grandes bajos sintéticos y programaciones de un audio exquisito, temas que me daban miedito… pero también muchas ganas de bailar con los ojos cerrados. ¡Sí que sí! De ahí me fui para otros wines, más del Chemical Brotherismo si se quiere. Erykah Badu, Mamma’s Gun (2000): Arrancamos con este discazo para traerla a este siglo, pero desde su debut con Baduizm (1997) la gran Badu abrió el juego del neo soul con un poder tan delicado que seduce cualquier forma de vida. Poder que surge, en mi opinión, de la sinceridad que logra plasmar en su voz, acompañada de una producción musical detallada y minimalista que eleva espíritus. Visiten su discografía entera y encontrarán a una artista increíble. Un dato: Erikah es una seeker, una buscadora incansable, fue de las primeras artistas en brindar shows virtuales interactivos durante esta época de cuarentenas y es una gran activista antirracista. ¡Respeto y agradecimiento eterno por su ser y su obra! J-Dilla, Donuts (2006): ¡Y qué ricas son las donas de Dilla! Productor insignia del hip hop y el neo soul norteamericanos, a mano de su módulo MPC ha cambiado la forma de groovear y para bien. Muchos bateros del tipo Questlove (The Roots) han aprendido a tocar “mal” como él. Padre del beat y productor de muchísimos artistas del bien (Badu, por ejemplo), Donuts es el segundo álbum de estudio de su producción solista y es hipnótico. 31 Tracks de samples arquitectónicamente conjugados como solo él ha logrado con admirable dedicación y entrega, para constituirse en una inspiración mundial. M.I.A, Kala (2007): Si bien no es su primer trabajo discográfico, es con el que la descubrimos ya que incluye “Paper Plans”, single de la banda sonora de la película Slumdog Millionaire. Tiene también “Come Down”, con la participación de Timbaland, y “World Town”, un alto tema para estas épocas apocalípticas. Toda su herencia india está en samples vocales y percusivos para entrar en trance, y si bien la producción de audio en sí puede sonar un poco del pasado, trae una carga retrofuturista muy apetecible. Anderson Paak, Malibú (2016): A esta altura, este disco quizás haya sobresonado en nuestros oídos, pero solo por lo buenísimo que está. Batero, de nuevo, un vicio, Paak lanza este segundo disco después de Venice (2014), más electro, y rompe en alza por todos los parlantes del mundo. Gran ensamble, arreglos impecables y todo un mundo groovero abriéndose paso genuino y espontáneo. Productor y amigo de toda la camada de músiques que irrumpen junto con él, como Kendrick Lamar, Thundercat y Kamasi Washington, cuyos discos también aprovecho para chivear acá. Tyler The Creator, Flower Boy (2017): Otro de los grandes nuevos artistas y productores de admirable dedicación para con su obra. Este disco tiene un mundo sonoro variado pero propio, con grandes participaciones como la de Kali Uchis. 14 temas entrelazados en un orden particular, con auto referencias muy interesantes que lo definen como obra. ¡Muy recomendable su recital en el ciclo Tiny Desk Concert! Hasta aquí las datas de esta servidora, amigues. Ahora que releo la selección me disculpo por el sesgo yanki de la misma y les invito a que visiten la discografía de EMR para conocer a les grandes músiques rosarines que han sido editados aquí. También les invito a conocer el Movimiento Unión Groove para más música local inspirada, algunas, en estos discos que les compartí. ¡Coditos para todes!    
  
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